El documento de 33 páginas que publicó Cristina Kirchner con críticas durísimas contra Javier Milei amaneció en un tiempo político calculado y con destinatarios en el peronismo y en un electorado que empieza a sentir, en toda su dimensión, el peso del ajuste. Hay cuestionamientos ácidos a todos los gobiernos, incluido el de Alberto Fernández, del que evita responsabilizarse. Y los elogios de siempre a los 12 años del kirchnerismo en el gobierno.
Se publicó minutos después de las 7 y el sistema político reaccionó sin sorpresas. Los kirchneristas estuvieron a favor de todo lo bueno y el antikirchnerismo, en contra de todo lo malo. Ambos bandos leyeron el documento que quisieron y encontraron en sus palabras la confirmación de sus prejuicios. Lo cierto es que la ex vicepresidente estuvo preparando hace semanas ese documento, con el aporte de economistas y colaboradores que trabajan cerca suyo en el Instituto Patria. Allí guardan con celo los nombres del think tank que la asiste.
La carta cuestiona con dureza a Milei -al que califica de showman- a la política económica que está aplicando con su ministro de Economía, Luis Caputo, pero también presenta un discurso articulado dirigido, sobre todo, al peronismo. También le habló a un electorado que empieza a sentir en los bolsillos -por aumentos de precios combinados con ingresos estancados- el peso entero del ajuste. El famoso “plan motosierra”. Son los potenciales desencantados, no pocos antiguos votantes del kirchnerismo.
Se dedica en más de un tercio del documento a confrontar números, tablas y porcentajes. Y, en vez de vincular la inflación y todos los males al déficit fiscal y a la emisión -como hace el oficialismo- interpreta que el país sufre una cíclica crisis de deuda (dice que en el presente está en curso la tercera) originadas todas en la restricción externa, es decir falta de dólares.